Tipos de Violencia Filio-Parental (VFP) y ciclo de la violencia

La VFP se produce en la mayoría de los casos de forma progresiva, comenzando con un tipo de violencia financiera o económica, que supone normalmente un chantaje hacia los padres y madres para la obtención de dinero o bienes, avanzando posteriormente hacia una violencia más psicológica, y finalizando con la violencia física, llegando un punto al final del proceso en el que pueden darse los tres tipos de violencia a la vez. En general, podemos distinguir 3 grandes tipos de VFP:

  • Violencia psicológica (verbal, no verbal y emocional)

Implica conductas que atentan contra los sentimientos y las necesidades afectivas de la persona, y concretamente se manifiesta a través de insultos, gritos, intimidar a los padres y madres, jugar maliciosamente con ellos, conducirles a pensar que están locos, hacerles exigencias irreales, insistir en que acaten sus normas, mentir, huir del hogar, y amenazar con suicidarse o con marcharse del hogar sin tener intención de hacerlo.

  • Violencia física

Implica el conjunto de conductas agresivas dirigidas directamente contra los progenitores como escupir, empujar, abofetear, darles patadas, puñetazos, pegarles con algún objeto, amenazar con objetos peligrosos; también incluye violencia dirigida contra objetos del hogar familiar, como el hecho de romper o dañar el mobiliario de la casa o enseres de cualquier miembro familiar.

  • Violencia económica

Hace referencia a conductas como robar dinero o pertenencias, vender posesiones de los padres y madres, incurrir en deudas que deberán pagar los progenitores, o exigir a los padres y madres que les compren cosas que no pueden permitirse. Esta violencia de tipo económico suele ir acompañada de la psicológica en conductas como: amenazas, mentiras, chantaje emocional, extorsión, coerción.

Por otro lado, el “ciclo de violencia” se refiere al modus operandi específico que se da en la VFP a modo de ciclo coercitivo en el que los progenitores de los niños/niñas y adolescentes maltratadores descubren que, una vez el maltrato de sus hijos/as aumenta progresivamente, las reprimendas o castigos que utilizaban para controlar dicho comportamiento, resultan inútiles, cada vez más ineficaces, e incluso en ocasiones incrementan la intensidad y frecuencia del comportamiento agresivo del hijo/a como “rebote” incontrolable.

Algunos de estos jóvenes sienten la necesidad de vengarse, tomar la revancha y establecer represalias con sus progenitores, que se sienten cada vez más indefensos y más faltos de recursos para sostener la situación. Esto a su vez alimenta la escalada de la violencia filial, pues ante la sumisión de los padres y madres, los hijos/as consolidan su dominio y aumentan las demandas, exigencias y el control, marcando su poder y adquiriendo más fuerza.

En estos casos, cuanto más impotentes y confusos se sientan las madres y padres, mayor es el riesgo de que pierdan el control de la situación. Y, como consecuencia, muchas veces ocurre que, en este ciclo tan negativo, cuanto más contundente pretende ser la respuesta de los cuidadores por solventar y revertir la situación, más violentas son las conductas del hijo/a, ante las que a veces claudican con la intención de retomar la paz en el hogar. Así es cómo se instaura el círculo de la violencia filio-parental.

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