¿Somos capaces de detectar señales de que nuestros hijos puedan convertirse en personalidades narcisistas capaces de cualquier cosa? 

A raíz de los últimos acontecimientos sobre violencia vicaria nuestra sociedad vuelve a convulsionar sin comprender hasta dónde el ser humano es capaz de deshumanizarse. Al acompañar a personas y familias en mejorar su salud y bienestar psíquico, pocas cosas sorprenden. Comprender los entresijos del comportamiento humano, es un gran misterio, y a la vez un gran privilegio.

Víctor Frankl psiquiatra que estuvo prisionero en varios campos de concentración nazis y que recogió sus experiencias en bastantes libros publicados, comenta: Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio tenemos el poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta se encuentra nuestro crecimiento y nuestra libertad”. Con esta frase se reabre un viejo debate: ¿Maldad o enfermedad? En casos de trastorno mental, consumo de drogas que conlleve enajenación mental…nuestra libertad puede verse claramente determinada por impulsos irrefrenables, pero diferenciar un estado de otro, es a veces ciertamente complejo. ¿Se pueden dar ambas cosas a la vez?

Sabemos cómo las carencias afectivas en los primeros años de vida pueden condicionar, incluso determinar en el desarrollo neuronal. Tiene mucho que ver con la teoría del apego, tema del que hablamos en el post anterior.

Un estudio que se realizó sobre el número de neuronas en distintas etapas del desarrollo, demostró que niños que habían sufrido fuertes carencias afectivas quedaban altamente comprometidos en el número de neuronas y conexiones sinápticas respecto a otros con una educación afectivamente estable.

Pero estos datos son tomados de situaciones límite con la que la mayoría de los lectores no se identifica… ¿ qué sucede con aquellos casos que se gestan en familias donde prima el bienestar? ¿será que no sabemos detectar las señales que hacen que nuestros hijos puedan convertirse en personalidades narcisistas capaces de cualquier cosa? ¿será que las actividades de ocio que se nos proponen favorecen el egocentrismo, la competitividad extrema o la violencia?

Lo que sí sabemos es que para que se instaure un hábito necesitamos tiempo de entrenamiento. ¿Y cuánto nos cuesta que nuestros hijos e hijas los adquieran? Tanto los comportamientos positivos como los negativos, no se improvisan.

Os dejamos algunas preguntas a modo de tips de nuestra guía Familia con emociones que os pueden ayudar a detectar señales de alarma en la familia:

¿Qué tipo de familia somos? ¿saludable o no saludable?

  1. ¿Se comparten sentimientos y estados de ánimo?
  2. ¿Nos preocupamos por identificar qué le ocurre a cada uno de sus miembros?
  3. ¿Nos gusta escuchar a los demás, conocer cuáles son sus opiniones, inquietudes, emociones, sentimientos…?
  4. ¿Cómo se acuerdan las normas en casa para que todo funcione? ¿Concedemos más importancia a lo espiritual, lo relacional, el compromiso, que a los bienes materiales?
  5. ¿Nos respetamos los miembros de la familia unos a otros?
  6. Cuando hay una adversidad en la familia, ¿Se afronta de manera solidaria, sin ocultarla?

Si te contestas internamente a estas preguntas, con sinceridad, puedes hacerte una idea de si necesitas pedir ayuda. Ánimo y adelante.

Carmen Bustillo- Psicóloga AFA