El ocio digital en adolescentes
En el período adolescente, el ocio se encuentra en muchas ocasiones profundamente enraizado en las modas y el mercado de consumo. La creciente presencia de las TICs, más asequibles y fáciles, ha dado lugar a un nuevo modelo de ocio, que ha transformado las actividades tradicionales de ocio, generando nuevas experiencias de ocio que pueden desenvolverse tanto en el mundo físico como en el digital de los chicos y chicas adolescentes. Este colectivo de jóvenes pertenece a la generación que se conoce como “nativos digitales”, ya que han nacido inmersos en un mundo digital. Estos nativos digitales llegan a invertir mucho tiempo en la red y se exponen a múltiples canales de comunicación sin ser conscientes de los riesgos que eso conlleva. Sin embargo, el tiempo que pasan los y las adolescentes en el contexto digital y las actividades que realizan a través de las TICs chocan con el significado que padres y madres otorgan al binomio ocio y tecnologías digitales.
Es necesario destacar que el ocio digital lo constituyen aquellas actividades vinculadas a las tecnologías digitales, como consolas, teléfonos móviles, internet, ordenadores y los múltiples dispositivos digitales procedentes de la industria tecnológica (Ipad, tabletas, Mp3 o e-books, entre otros), que han modificado la experiencia de ocio al añadirle conectividad, interactividad, anonimato, comodidad, ubicuidad, etc. Las actividades digitales no solo aportan a los y las adolescentes entretenimiento sino, también, forman un pilar fundamental para la construcción de su identidad personal y social, pues les posibilita, durante el tiempo de ocio, destacar algunas aficiones o peculiaridades que en el mundo físico les resulta difícil, así como, interaccionar con los demás de manera selectiva.
Por lo tanto, las tecnologías se han instaurado como referentes fundamentales en el tiempo de ocio de los y las adolescentes, así como en un espacio de consumo juvenil. No es desdeñable señalar la cantidad de publicidad a la que los usuarios de ocio digital están sometidos y que muchas de las aplicaciones gratuitas se fundamentan precisamente en la publicidad masiva perfilada por los gustos y preferencias de los usuarios. El uso y acceso generalizado a estas tecnologías desde edades muy tempranas no sólo ha propiciado un importante debate desde diferentes ámbitos (académico, administrativo y público), sino que, además, en el contexto familiar ha generado en muchos casos una fisura digital intergeneracional. Son cada vez más los padres y madres que ven a sus hijos/as invertir largas horas ante el ordenador o conectados con sus amistades a través del teléfono móvil, o jugando a la consola, en lugar de interactuar presencialmente con otras personas. Esta intranquilidad puede generar alteraciones en la dinámica y funcionamiento familiar, originada, en ocasiones, por una falta de información y formación de los progenitores sobre el mundo digital en el que se sienten inseguros.
Es muy importante, por tanto, que desde la familia se trabaje en el logro de un ocio más positivo y diversificado que haga competencia con las opciones de ocio adolescente que nos venden desde los medios de comunicación y sus mensajes relacionados con el consumismo, tanto de entretenimiento digital (juegos, series, aplicaciones) como de bienes y de determinadas sustancias. Este aspecto es clave, puesto que chicos y chicas adolescentes se encuentran en un momento de definición de su personalidad que les hace más vulnerables a los mensajes en los que existe una clara asociación entre el consumo y la felicidad. Más aún, como ya se ha adelantado, el consumo de ocio digital interfiere de forma grave en la salud física y psicológica de los y las adolescentes. Por un lado, se ha comprobado que la luz directa de las pantallas mantiene el cortisol, la hormona del estrés, en niveles anormalmente altos y que inhibe la segregación de la melatonina necesaria para el sueño. Además, el uso de las pantallas se está instaurando de un modo generalizado en las horas de las comidas, favoreciendo en un extremo una mayor ingesta y en el otro extremo trastornos de la alimentación asociados a cánones de belleza modificados digitalmente. Por otro lado, la gratificación inmediata del deseo, la manipulación de la propia imagen en las redes, la falta de experiencia en el contacto cara a cara, la adicción asociada a las redes y los videojuegos, etc., son importantes obstáculos para el desarrollo de una regulación emocional y de unas habilidades sociales sanas.
Y es que los espacios de ocio saludable son, para adolescentes y jóvenes, la excepción en lugar de la norma, puesto que la mayoría de los lugares y actividades relacionadas con el ocio en estas etapas de la vida, suelen estar asociadas con estilos de vida poco positivos. En este sentido, la sociedad de consumo en la que vivimos actualmente nos presiona hacia determinados valores como el hedonismo, la inmediatez, el éxito competitivo, etc., con unos claros intereses comerciales que impregnan el mundo relacionado con el tiempo libre de disfrute, el cual se encuentra asociado normalmente a la vida digital, en el caso del ocio a través de las TICs, o vida nocturna y de fin de semana, en el caso del ocio en contexto físico. Este hecho hace que, para algunos/as adolescentes, no tener dispositivos tecnológicos, no salir un sábado por la noche con una prenda determinada o no ser la persona que bebe más alcohol entre sus amistades, se considere un comportamiento desajustado dentro del grupo de iguales, con las consiguientes repercusiones como el rechazo social. Por el contrario, otros/as adolescentes siguen estas normas y estas modas como un signo de identidad, algo potencialmente dañino si tenemos en cuenta que la formación de la identidad es una tarea fundamental en este momento de la vida y que, de no configurar una identidad integrada y positiva, el ajuste y bienestar de la persona puede verse reducido en etapas posteriores.
En este punto también es importante que recordemos la gran relevancia que tiene en la adolescencia la aceptación por el grupo de iguales. Los cambios propios de este período evolutivo producen una gran inseguridad en algunos/as adolescentes que, junto con el mayor distanciamiento de los progenitores, les conduce a la creciente necesidad de sentirse integrados en un grupo de amistades. Los iguales son un referente fundamental de socialización en esta etapa y proporcionan el apoyo que chicos y chicas adolescentes necesitan en un contexto donde se comparten gustos, problemas y un lenguaje común. La falta de acepción social por los iguales conlleva, por el contrario, el desarrollo de problemas emocionales como la presencia de síntomas depresivos, ansiedad, estrés y profundos sentimientos de soledad en la adolescencia.
En este sentido, el uso que en la etapa adolescente se hace de Internet, redes sociales, teléfonos móviles y videojuegos gira en torno a mantener sus círculos sociales cotidianos (amistades y compañeros/as de clase) más cercanos fuera del entorno familiar, traduciéndose en la extensión online de la vida offline. De este modo, las características técnicas de estas tecnologías las convierten en herramientas esenciales para los y las adolescentes dada su relación con la sociabilidad y con la gestión de la identidad y de la autonomía características de esta etapa. Es por esto por lo que, el disfrute del ocio (online y offline) con las amistades es imprescindible, lo que no debería estar reñido con el hecho de compartir tiempo libre y de diversión en familia, que es precisamente lo que reivindicamos en esta guía. Compartir las experiencias, inquietudes y opiniones de los y las adolescentes a través de espacios alternativos de ocio y participación constituye un importante factor para el aprendizaje. Esto se debe a la naturaleza no formal de este aprendizaje, ya que es visto como abiertamente colaborativo (horizontal e igualitario) frente a un flujo tradicional de transmisión de información vertical, de las personas adultas a los y las adolescentes, y sustentado sobre todo por relaciones sociales extrafamiliares y no tanto por la función práctica del uso de las tecnologías digitales.
Para crear estos espacios de ocio en familia, o, en otras palabras, para que se pueda gestionar conjuntamente el tiempo libre compartido entre progenitores e hijos/as, especialmente, en la etapa adolescente, es necesario fomentar en primer lugar la comunicación. Aunque, como hemos comentado anteriormente, los encuentros familiares para el diálogo pueden disminuir en la adolescencia, también es cierto que la falta de comunicación no significa que los hijos y las hijas no quieran hablar con sus progenitores, puesto que en ocasiones son éstos los que fomentan las limitaciones, mediante la utilización de una comunicación inadecuada o inoportuna por miedo a tratar en profundidad determinadas cuestiones con los y las adolescentes. El silencio es en este caso nada recomendable, puesto que la falta de diálogo aumenta la preocupación de muchos padres y madres ante la incertidumbre de en qué actividades estarán empleando el tiempo libre sus hijos/as fuera del hogar. Como consecuencia, algunos progenitores optan por interrogatorios puntuales o actitudes detectivescas como rebuscar entre los cajones y mochilas de los y las jóvenes, así como, examinar sus dispositivos tecnológicos, lo que agrava la situación y transmite a hijos e hijas una molesta sensación de incomprensión. Despegarse de estos miedos para hablar abiertamente con chicos y chicas adolescentes es trascendental, como también lo es el ser conscientes de a responsabilidad que, como progenitores y, por ende, principales modelos adultos de conducta, incluida la conducta digital, se sigue teniendo en la promoción y orientación de estilos de vida saludables en los hijos y las hijas que actúen como un elemento de protección frente al desarrollo de conductas de riesgo.
Además, las actividades en familia pueden ser fuente de desarrollo emocional y de numerosas habilidades sociales en los hijos y las hijas adolescentes, como la empatía, la autoestima y el sentimiento de autovalía, especialmente si existe una participación activa de éstos en el diseño de los espacios comunes de encuentro para el disfrute del tiempo libre con actividades de ocio que sean educativas, constructivas, y que fomenten la convivencia familiar, los vínculos afectivos y la promoción de la salud en su acepción más completa como desarrollo de cuerpo y mente. A continuación, proponemos una serie de actividades (tanto offline como online) para compartir con los hijos y las hijas adolescentes que pretenden fomentar estos aspectos a través de la comunicación familiar como pieza clave del engranaje. Estas actividades están directamente orientadas a compartir información para superar bloqueos, promover el conocimiento mutuo, construir valores comunes y comentar sobre lo que se hace o se piensa. Y es que el ocio en familia durante la adolescencia no es en absoluto irrealizable, tan sólo es necesario que todas las partes implicadas estén lo suficientemente motivadas para hacer algo juntos, aunque simplemente se trate de compartir diferencias o preferencias.
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