¿Por qué sientes lo que sientes?
Es muy común que las personas que acuden a nuestro Servicio de Orientación Familiar vengan con la intención de “quitarse” lo que les está haciendo sufrir en ese momento. No es de extrañar, pues querer hacer desaparecer el propio sufrimiento es algo muy humano. Es legítimo. Los psicólogos también sucumbimos a esta tentación.
Ese algo que con mucha frecuencia buscamos “quitarnos” es lo que se conoce como síntoma.
¿Qué es un síntoma?
Existen varias definiciones según el enfoque psicológico con el que se trabaje. Por ejemplo, para la terapia sistémica el síntoma es la señal de que la dinámica relacional del sistema familiar no es la adecuada y que está causando dolor en sus miembros.
Si lo miramos desde la perspectiva de trauma, el síntoma es el toque de atención que me da mi yo más esencial (aquella parte de mí que todavía puede ver mi verdadera esencia) de que mis creencias fundamentales (soy valioso, soy bueno, soy capaz) han sido modificadas tras una experiencia de alto impacto emocional. Su función, en definitiva, es increparme cada vez con mayor intensidad hasta conseguir que vuelva a ver lo que realmente soy.
Ya sea desde una visión o desde otra, el síntoma al igual que en medicina, es la señal que me da mi cuerpo, y en el caso de dolor emocional también mi corazón y mi mente, de que algo no va bien, de que algo me ocurre por dentro, en definitiva, que algo me hace sufrir. Es como una voz de alarma. Esta señal o síntoma se manifiesta de múltiples formas: ansiedad intensa, pensamientos negativos, pensamientos intrusivos, emociones y sentimientos desagradables e intensos (miedo, tristeza, rabia, culpa, vergüenza…), autolesiones, conductas adictivas, comer en exceso o no comer…
Además de actuar como señal de alarma, también cumple otra función fundamental. Para la terapia sistémica el síntoma representa el mantenimiento de la homeostasis o equilibrio del sistema familiar, un equilibrio precario, pero al fin y al cabo el equilibrio que la familia ha encontrado para mantenerse “en pie”.
Para el enfoque de trauma, esta función sería una función autorreguladora de las emociones desbordantes que han ocasionado tanto sufrimiento. Verdad es que no suelen ser las mejores formas de regularnos, pero son las formas que hemos encontrado con los recursos que disponemos y, que paradójicamente nos permiten manejar el malestar a través del malestar. Si esto es así, ¿no podemos suponer que el malestar que está por debajo es aún más profundo que el del mismo síntoma? Hablar de esto nos daría para otro post.
Para intentar “quitarnos” el sufrimiento que nos provoca el síntoma solemos recurrir a diferentes alternativas como, por ejemplo, no parar de llenar mi agenda de un sinfín de planes o medicarme con ansiolíticos o antidepresivos (sin duda en algunos casos es necesario, pero no como opción única. Debería ir acompañada de un adecuado proceso terapéutico). Este tipo de comportamientos nos impide escuchar lo que tiene que decirme el síntoma, algo así como: “Algo te duele, algo te ha hecho daño. Por favor, mira de qué se trata y acógelo. Necesitas verte cómo realmente eres”. Es decir, nos dificultan conocer el sentido real del síntoma.
Sobra decir que, solemos tener una visión negativa del síntoma (algo totalmente normal pues nos genera mucho dolor), pero si tenemos en cuenta las funciones que hemos explicado (señal de alarma, equilibrio del sistema y autorregulación emocional) en realidad el síntoma nos puede ayudar a iniciar el cambio, a buscar ayuda para encontrar un equilibrio familiar sano o para procesar las experiencias que han desbordado mis emociones, han modificado mis creencias y que han hecho verme como alguien que no soy. En definitiva, el síntoma me puede ayudar a iniciar el camino de vuelta a casa. Esta vuelta a casa se consigue ayudando al paciente a dar un significado adaptativo, un sentido a su síntoma, un para qué de su presencia. Sólo así logrará verlo como un aliado, más que como un enemigo.
Vanessa Moreno-Psicóloga AFA
Te dejo este video para que puedas conocer un poco más acerca del papel que cumple el síntoma dentro del sistema familiar: