Ideas Clave sobre la Violencia Filio-Parental (VFP)

1. Hace un tiempo que se viene observando un crecimiento exponencial de la violencia filio-parental (VFP), que se ha hecho visible tanto por el aumento de denuncias interpuestas por los padres y las madres, como por el aumento de las solicitudes de atención en los servicios psicosociales, sanitarios y judiciales.

2. La Violencia Filio-Parental es el conjunto de conductas reiteradas de agresiones físicas (golpes, empujones, arrojar objetos), verbales (insultos repetidos, amenazas) o no verbales (gestos amenazadores, ruptura de objetos apreciados) dirigida a los padres y las madres o a los adultos que ocupan su lugar. Es una violencia que se produce generalmente en escalada, es decir, que comienza habitualmente con insultos y descalificaciones acompañados de amenazas para conseguir algo (por ejemplo, dinero) y posteriormente suele pasar a la ruptura de objetos y enseres del hogar, para finalizar añadiendo agresiones físicas de índole cada vez más severa.

3. El principal objetivo de la VFP es conseguir la sumisión de los cuidadores/as, su dominio y control por medio del miedo. Es decir, los hijos/as suelen ejercer VFP como forma de controlar, dominar y coaccionar a sus cuidadores.

4. Distinguimos la VFP de la actitud inconformista y rebelde más propia de la adolescencia en que la VFP implica comportamientos que van mucho más allá de aquellos que corresponden normativamente a la evolución y desarrollo del hijo/a en su etapa adolescente, pues traspasa muy claramente las fronteras del respeto y la ruptura de la convivencia, y pretende intimidar y controlar a los progenitores o tutores.

5. Las personas agredidas son los padres y las madres de cualquier edad (o aquellos adultos que ocupan su lugar, por ejemplo, los abuelos/as), aunque es más frecuente en madres y especialmente en familias monoparentales.

6. La VFP no es una “violencia de género”. Tanto hijos como hijas ejercen violencia hacia sus progenitores en proporciones parecidas. Los chicos utilizan con más frecuencia la violencia física, mientras que las chicas usan más la psicológica. Sin embargo, en ocasiones sí tiene un componente de género, cuando el hijo/a agrede a su cuidadora femenina por desprecio hacia ella por el hecho de considerarla “inferior” al ser mujer.

7. La violencia VFP se puede manifestar de diversas maneras, por ejemplo: escupir, empujar, golpear, pegar patadas, lanzar objetos, pegar puñetazos en puertas y paredes, gritos, amenazas, insultos, humillaciones, manipulaciones como amenazar con suicidarse o irse de casa, robar dinero o pertenencias de la familia, romper o dañar objetos apreciados por los padres y las madres, contraer deudas cuyo pago recae en los progenitores, y en general cualquier otra conducta que amenace la seguridad de las personas que viven bajo el mismo techo.

8. Las personas que son víctimas de VFP pueden: sentir miedo a molestar a su hijo/a, intentar continuamente adivinar sus deseos y necesidades para que esté tranquilo/a, ver dañados sus objetos personales y ser víctima de robos por sus propios hijos/ as, ser pegado y humillado continuamente, sentirse amenazado y ridiculizado, ser objeto de críticas constantes, alimentar un sentimiento de culpa por la situación, evitar el contacto con sus propios hijos e hijas, sentirse responsable de la conducta violenta de su hijo/a, verse aislado y sólo y no saber cómo pedir ayuda, sentirse desesperado por no controlar la situación, tener una vida familiar infeliz, y sentir remordimientos.

9. Los padres, las madres y cuidadores que sufren VFP: pueden albergar sentimientos de vergüenza de contar a otras personas lo que sucede en su propia casa, verse invadido por sentimientos de depresión, desesperanza y ansiedad que dificultan las actividades de la vida diaria como el trabajo y el cuidado personal, sentir miedo e inseguridad en el propio hogar, manifestar preocupación por el fututo propio, del hijo/a agresor y de la familia en general, sentirse fracasado/a como padre o madre y cuestionar la propia capacidad como educador/a, observar un alejamiento de amistades y del resto de la familia, tener más discusiones de pareja respeto de la educación de los hijos/as, sufrir continuamente y no poder dejar de pensar en la situación de maltrato y violencia.

10. Algunos aspectos que han podido contribuir a que la situación se agrave con el tiempo: que los hijos/as hayan sido testigos de maltrato entre otros familiares o de violencia de género (por ejemplo entre sus padres y madres), que los hijos/as no hayan aprendido formas pacíficas y adecuadas de resolución de conflictos, que los hijos/as hayan tenido muy poca supervisión por parte de adultos, la inexistencia de normas claras alrededor de los menores, así como de límites que fomenten el respeto y la convivencia, que los niños/niñas y adolescentes se hayan sentido a su vez vejados y desatendidos, que los hijos/as hayan recurrido a amistades poco sanas y tóxicas.

11. Es fundamental tener en cuenta que: la VFP no desaparece con el tiempo por si sola si no se interviene, sino que por el contrario suele ir en aumento y la situación suele empeorar; como padre y madre, cuidador no eres el único responsable ni tienes por qué conocer el origen exacto, ni siquiera eres portador de la solución mágica, por lo que no hay motivo de avergonzarse para pedir ayuda ante una situación que padeces como víctima y es totalmente inaceptable; aunque haya algún período sin violencia no hay que bajar la guardia y es necesario que busques apoyo y soluciones si estás sufriendo VFP, pues lo más probable es que la situación no cambie y el/ la adolescente no puede revertir la situación por sí mismo/a aunque prometa en ocasiones que tiene intención de modificar su comportamiento.

12. Si eres víctima de VFP, ten en cuenta estos consejos: habla sobre ello con alguien de confianza y contacta con los servicios sanitarios o sociales para buscar apoyo. Con estas decisiones estarás rompiendo el silencio donde te has instalado, conocerás gente que está pasando por la misma situación, mejorarás tu confianza y recuperarás la esperanza, reducirás tu sentimiento de culpa y de vergüenza, estarás más cerca de cambiar comportamientos y aprender nuevas formas de hacer frente a la situación de violencia, y mejorarás tus habilidades y recursos.

13. Si eres víctima de VPF y la situación es insostenible, además de los consejos anteriores, también: elabora una lista de números de teléfonos a los que puedes llamar si existe una emergencia –por ejemplo: policía, familiares cercanos, servicios sociales– guárdala pero tenla a mano. Contacta directamente con la policía si la conducta agresiva llega a límites en los que existe peligro para tu integridad o la de algún otro miembro de la familia.

14. Si eres un familiar o amigo/a de una víctima de VFP, ten en cuenta estos consejos: para poder apoyar a estos padres y madres es necesario comprender lo que están sintiendo y experimentando, entender su percepción de la situación, su sistema de valores y creencias, así como felicitarles por las cosas que han hecho bien hasta ahora. Es muy necesario que estos padres y madres vayan recobrando la autoridad y la esperanza. Permanece cerca para escucharlos cuando lo necesiten sin juzgar ni minimizar las experiencias que te relaten. No critiques la forma de gestionar la situación que están empleando. No justifiques nunca el comportamiento violento del/la adolescente. Exprésale que entiendes la gravedad de la situación y demuéstrale que vas a estar para ayudar y darle apoyo en el momento que necesiten. Ayúdale a entender que no tiene la culpa de lo que está sucediendo. Respeta la privacidad, pero si te lo pide o si algún miembro de la familia está en riesgo, comunícalo o busca ayuda. Anima a los padres y a las madres a que continúen cuidando de su propio bienestar y necesidades.

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