7 sencillas pautas para establecer momentos de juego positivo con niños y niñas hasta los 4 años
Es importante que las personas adultas se sitúen a la misma altura o mismo nivel que el/la bebé.
Por ejemplo, cuando los/as bebés se encuentran sentados en su silla de paseo debemos interactuar con ellos/as desde otra silla, pero si se encuentra en el suelo, sobre una alfombra o en una hamaquita deberemos bajar hasta que nuestras miradas se encuentren.
Un requisito importante en las personas cuidadoras es ser sensibles a los ritmos del bebé.
Los/as bebés nacen con una serie de capacidades innatas que les dirigen a la interacción con las personas adultas; se podría decir que vienen preparados con ritmos y tiempos para sincronizarse socialmente. Es importante ajustarse en una especie de “danza”; tan problemático puede ser no actuar como actuar con un exceso de intrusismo, reflejándose en ambos casos falta de sensibilidad y sincronía.
Esperar a que niños y niñas tomen la iniciativa y elijan con qué y a qué quieren jugar, y que la persona adulta le siga en dicha actividad.
Es importante no presionar durante la infancia a jugar a esto o a aquello, hay que permitir jugar a la manera que quieran ya que sólo continuará jugando mientras se divierta.
Como personas adultas una forma importante de participar en el juego de niños y niñas es comentar y describir lo que se va haciendo.
Nuestra labor sería hacer de periodista. Para ello resulta necesario utilizar un lenguaje descriptivo de objetos, formas, colores, acciones, sentimientos, etc., minimizando las preguntas y evitando críticas. Es decir, podemos describir directamente la actividad, demostrando por nuestra parte interés en lo que hacen niños y niñas y fomentando así su sensación de autoeficacia.
Otra forma fundamental de interactuar en el juego es la participación de una manera más activa con niños y niñas.
La principal tarea de la persona adulta sería construir el andamio, solo cuando sea necesario, para que el niño y la niña pueda continuar con la actividad o el juego sin problemas, como por ejemplo sujetar un juguete en la justa medida.
Los progenitores tienen la importante labor de poner límites, y también el momento del juego ofrece muy buenas oportunidades para ello.
Si el niño o la niña en algún momento empieza a comportarse de manera agresiva, rompiendo objetos, pegando, escupiendo, o rompiendo algunas de las normas establecidas, se debe parar esta acción de manera adecuada e inmediata. De manera calmada debemos anunciar que si no deja de hacer tal cosa el juego habrá terminado. No se debe permitir en ningún momento el juego destructivo.
Asimismo, en los momentos adecuados se debe alabar y reforzar el comportamiento de niños y niñas.
Unas veces con un simple aplauso, una sonrisa o un “bien” o “así es” será suficiente, en otras ocasiones será adecuado hacerlo de manera más específica, por ejemplo, cuando consiga realizar correctamente y con éxito alguna actividad.
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