Puede parecer que de un tiempo a esta parte la palabra ‘resiliencia’ aparezca en nuestro entorno cada vez más a menudo, pero ¿sabemos realmente qué significa este término? En épocas de cambio y en contextos complicados esta herramienta es clave para poder adaptarnos. Te explicamos qué es y cómo puedes desarrollarla.
La resiliencia. ¿Qué es?
Según la Real Academia de la Legua, la resiliencia es la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.”
Una metáfora sería entonces, una goma a la que estiras porque temporalmente las circunstancias así lo requieren, y que una vez que ha pasado la necesidad, vuelve a su forma original. Además de ello, tiene un plus de fortalecimiento. Es decir, la persona resiliente es capaz de, una vez pasada la situación, haber crecido y madurado.
Teniendo en cuenta las circunstancias que estamos viviendo en la actualidad referentes a la pandemia, ahora más que nunca es clave para poder sobreponernos a esta situación.
¿De qué depende este resultado?
Si bien la resiliencia está en continuo crecimiento a lo largo de nuestra vida, es más proclive de desarrollarse en unas personas que en otras. El estilo de apego, las experiencias pasadas y nuestras características personales, son algunos de estos factores.
Las personas que han tenido un estilo de apego seguro basado en la protección (que no sobreprotección), el cuidado, el cariño y a la vez la autonomía, son personas que creen en ellos mismos, porque en su día lo hicieron sus padres. Éstos les demostraron que estarían allí si los necesitaban, pero en caso contrario, confiarían en sus capacidades, sin adelantarse a sus necesidades (lo que sería un estilo sobreprotector).
¿Cómo son las personas resilientes?
Son personas conscientes de sus potencialidades y limitaciones. Tienen una adecuada autoestima, lo cual les permite atajar con sus propias herramientas personales para llegar a las metas. No intentan controlar la situación, sino las emociones que tienen en ella. Como son conscientes de sus limitaciones, no tienen problemas a la hora de pedir ayuda, y trabajan bien en equipo. Suelen ser personas con un estilo de apego seguro, y que además, han crecido con padres resilientes, por lo que se les ha fomentado la resiliencia desde pequeños.
¿Qué hacer para desarrollar la resiliencia?
Aunque como decíamos al principio la resiliencia se puede desarrollar a lo largo de nuestra vida, fomentarla con nuestros hijos desde la infancia, es clave para que afronten las dificultades de la vida con fortaleza. Para ello, es esencial el crear un estilo de apego seguro. Confiando en ellos. Creyendo en sus potencialidades, aunque sin alejarnos de ellos, dándoles seguridad de poder contar con nosotros en cualquier momento que lo necesiten. Enseñarlos a relativizar, a encontrar lo bueno dentro de lo malo, con preguntas del tipo “has tenido un mal día en el colegio, sin embargo…”. Legitimar sus emociones, sin anteponer nuestro dolor al verlos tristes, por ejemplo, los ayudará a poner nombre a lo que sienten, y a poder regular sus emociones. Dar más valor al esfuerzo que al resultado, también es otra estrategia que puede ayudarnos a potenciar la resiliencia en los más pequeños.
Amanda Lanchas – Psicóloga AFA