¿Qué diría mi cuerpo si hablará de mí?

“Detrás de tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, se encuentra un soberano poderoso, un sabio desconocido, en tu cuerpo habita: es tu cuerpo”.

Con esta elocuencia exponía Nietzsche ya en el S. XIX el valor del propio cuerpo y la necesidad ineludible de reconocerlo y escucharlo.

Quizás valdría la pena preguntarme a mí mismo, ciudadano del siglo XXI, si en este mundo de conexiones virtuales y razonamientos abstractos en el que me ha tocado vivir, le estoy dando su debida importancia a la realidad concreta, tangible, esa que puedo percibir con los sentidos y que incluye mi propia corporalidad.

Podríamos convertir la cuestión en un interesante debate filosófico, pero el objetivo de este artículo es hacer una pequeña reflexión que pueda calar en la propia existencia.

Para ello, sería oportuno plantearnos una serie de cuestiones:

Porque no es un recipiente más o menos bonito dentro del cual estoy “encerrado” y “condenado” a vivir. Mi cuerpo es parte de lo que soy, tan parte de mí como mis pensamientos y mis emociones.

Si doy una patada soy yo quien la está dando, no mi pie; e igualmente, si doy una caricia no es sólo mi mano la que se pone en juego en esta acción, sino toda mi persona.

Así pues, no es sólo que tenga un cuerpo, sino que SOY mi cuerpo, y esto tiene una gran importancia porque significa que lo que le hago a mi cuerpo también me lo estoy haciendo a mí.

Muy pocas veces estamos totalmente conformes con nuestro aspecto físico, casi siempre hay algo que nos gustaría cambiar: la estatura, el color de piel o de ojos, la morfología, etc.

Recibir el propio cuerpo significa abandonar por un momento esa mirada crítica, que me reprocha todo lo que me falta para llegar a tener una apariencia perfecta, y cambiarla por una mirada de agradecimiento por lo que sí tengo y lo que ya soy. Recibirme significa mirarme con cariño tal y como estoy ahora, sin necesidad de mejoras ni “arreglillos”, porque entiendo que no es necesario ser perfecto para merecer el afecto de los demás y mucho menos el afecto propio.

Es importante caer en la cuenta de que todos los acontecimientos que se producen, tanto dentro de mí como a mi alrededor, pasan necesariamente por mi cuerpo, por tanto, éste alberga una gran cantidad de información.

Con excesiva frecuencia nos encontramos envueltos en situaciones que nos sobrepasan emocionalmente porque llevamos mucho tiempo sin prestar atención a “pequeños malestares” del día a día que, a fuerza de ignorarlos, acaban acumulándose y haciéndose demasiado grandes.

Todas mis emociones tienen un correlato físico; es decir, si estuviera lo suficientemente entrenado en atender las señales que lanza mi cuerpo, podría notar con facilidad lo que ocurre dentro de mí a nivel emocional, gestionándolo poco a poco e impidiendo que me desbordara.

Sólo tengo un cuerpo. Tanto si estoy conforme con él como si preferiría cambiarlo de alguna manera, el hecho es que es el único que tengo, es un regalo que merece ser valorado y tratado con afecto.

Todo el que ha cuidado algo tan valioso sabe que cuidar no es tan sencillo: necesitas aprender cómo funciona, aceptar sus límites, darle un espacio para descansar correctamente, alimentarse bien, relajarse, volver a ponerse en movimiento, recuperarse cuando enferma… y esto es todo un arte, si lo pensamos bien.

La tarea no es sencilla, pero el esfuerzo siempre da sus frutos y cuando se trata de conocernos más para querernos mejor, siempre vale la pena.

¡Vamos a por ello!

Si necesitas más ayuda contacta con nosotros en unifam@accionfamiliar.org o llamando al 914461011 ext.1.

El proyecto Familias con futuro: Acompañamiento psicológico y jurídico a familias vulnerables se presentó a la Convocatoria Comunidad de Madrid 2022, en el marco del Programa de Ayudas a Proyectos de Iniciativas Sociales, ha sido evaluado y seleccionado por los correspondientes comité técnico y jurado territorial y aprobado por los órganos de gobierno de la Fundación” la Caixa”.