¿Cuáles son las drogas ilegales más comunes?

Hachís, cocaína, inhalantes, alucinógenos sintéticos, anfetaminas y drogas de síntesis.

Uno de los criterios para clasificar las drogas se basa en los efectos sobre el organismo humano.

Según este criterio, podemos diferenciar entre drogas depresoras del sistema nervioso central, entre las que encontramos las siguientes: alcohol, opiáceos (heroína morfina, metadona), tranquilizantes e hipnóticos; drogas estimulantes del sistema nervioso central: anfetaminas, cocaína, nicotina y cafeína; y drogas perturbadoras del sistema nervioso central, como los derivados de cannabis, las drogas de síntesis y los alucinógenos.

La administración de dosis pequeñas de algunas de estas sustancias produce, entre otros resultados, sensaciones artificiales de calma y bienestar, aumento del apetito, euforia y locuacidad, pero también taquicardia, enrojecimiento de los ojos, dificultades en los procesos mentales complejos y alteraciones de la percepción temporal y sensorial. A ello le sigue normalmente una segunda fase de depresión y somnolencia. 

El consumo de cantidades elevadas es mucho más grave debido a que puede generar confusión, letargo, percepción alterada de la realidad e, incluso, cuadros de pánico, una coyuntura que se complica cuando se ingiere alcohol de forma adicional, dando lugar a posibles cuadros de lipotimia. A continuación, se expone un resumen de las principales características de las drogas ilegales más consumidas entre jóvenes.

  • Hachís: a medio y largo plazo el consumo de hachís puede ralentizar el funcionamiento psicológico del usuario entorpeciendo las funciones relacionadas con el aprendizaje, la concentración y la memoria. Otro tanto cabe decir de la ejecución de tareas complejas que requieran lucidez mental y coordinación psicomotora, como puede ser conducir un vehículo, tomar decisiones o subir escaleras. Asimismo, pueden darse reacciones agudas de pánico y ansiedad, y en personas predispuestas es posible que se favorezca el desencadenamiento de trastornos psiquiátricos de tipo esquizofrénico. Se ha demostrado también que la toma continuada de esta sustancia interfiere la memoria a corto plazo. Ello puede influir en un menor rendimiento académico de los estudiantes.

  • Cocaína: tras su administración, el individuo siente un estado ficticio de euforia, locuacidad, aumento de la sensibilidad, aceleración mental, hiperactividad, incremento del deseo sexual, disminución de la sensación de fatiga con gran capacidad de atención y concentración. Por tanto, podría presentarse como algo atractivo si no fuera porque todo esto va acompañado de otras consecuencias deseables: dilatación pupilar, fuertes dolores de cabeza, insomnio, trastornos digestivos como pérdida de apetito y nauseas, posibles convulsiones, alucinaciones, delirio, taquicardia y aumento de la presión arterial, incluso el estado de coma. El empleo de la cocaína puede provocar importantes trastornos psíquicos tales como ideas paranoides y depresión. Además, la dependencia psíquica que genera es una de las más intensas entre las provocadas por las drogas. En el plan orgánico, tanto por su actividad cerebral como por su vía habitual de administración, su empleo es capaz de suscitar una perforación del tabique nasal, patología respiratoria, riesgos de infartos, accidentes cerebrales, así como cardiopatía isquémica.

  • Inhalantes: inicialmente pueden provocar euforia y alegría, ocasionales alucinaciones y trastornos de la conducta (agresividad). Posteriormente aparece una depresión y es posible alcanzar una intoxicación grave semejante a la embriaguez etílica e incluso pérdida de conciencia. A ellos se unen síntomas como náuseas, vómitos, tos y lagrimeo.

    La aspiración de cantidades muy concentradas de las sustancias químicas que contienen disolventes o aerosoles generan a veces lesiones hepáticas y renales, suelen ser causa directa de insuficiencia cardiaca, asfixia y muerte. Entre los efectos irreversibles se encuentra la pérdida de la audición, espasmos de las extremidades, lesiones del cerebro y de la médula ósea.

  • Alucinógenos sintéticos: entre los alucinógenos sintéticos, el más conocido es el ácido lisérgico. Ocasiona una notable alteración sensorial, acompañada de dificultades en la concentración, en el control de pensamiento y en la capacidad para recordar. Así mismo, produce una modificación de la noción temporal y espacial, reduce la coordinación muscular y suscita alucinaciones que pueden ir desde un escenario placentero hasta un mundo irreal que resulta aterrador. Su administración se acompaña de aumento de temperatura, taquicardia, vértigo, náuseas y dilatación pupilar. Además, produce trastornos psicológicos importantes como depresión, ansiedad y psicosis.

    Otro riesgo asociado son las alucinaciones experimentadas. Así se conocen casos de muerte en los que la víctima bajo los efectos de la droga saltó de un edificio argumentando “que podía volar”, o se colocó en la vía férrea porque “se sentía capaz de detener el tren”.

  • Anfetaminas: las anfetaminas son sustancias producidas de forma sintética en laboratorios. Su acción varía de manera considerable según los individuos, ambientes y circunstancias. Los efectos inmediatos más comunes se caracterizan por un estado irreal de euforia que se manifiesta con excitación nerviosa, insomnio, locuacidad, aumento del grado de confianza y satisfacción, agitación (en ocasiones agresividad), hiperactividad, e incremento del estado de vigilia y disminución de la fatiga, así como la velocidad de pensamiento.

    Desde el punto de vista físico, pueden provocar sed, sudoración, taquicardia, aumento de la tensión arterial, náuseas, malestar, dolor de cabeza, vértigos, e incluso alucinaciones visuales y auditivas. Cuando acaban sus efectos, el individuo cae en un estado de letargo al que se pueden sumar, a veces, situaciones de hipotensión y depresión psíquica. Y especialmente preocupantes son las sobredosis que aumentan la temperatura corporal y generan inquietud, irritabilidad, alteraciones, convulsiones e incluso la muerte.

    A largo plazo el consumo de anfetaminas da lugar a depresiones severas, alta tolerancia y una fuerte dependencia psicológica. La característica más acusada es la aparición del cuadro denominado psicosis tóxica anfetamínica, que se manifiesta con hiperexcitabilidad, temblor y síntomas delirantes. Con frecuencia se confunde con la esquizofrenia.

    Con todo, los efectos de estas sustancias se encuentran condicionadas por los patrones de consumo. En estudiantes se suele realizar un consumo ocasional con la expectativa de mejorar su rendimiento en épocas de examen, buscando limitar las horas de sueño y reforzar su actividad intelectual, o los fines de semana para aguantar “de marcha” hasta altas horas de madrugada. Como caso particular hay que referirse al empleo de estas drogas por jóvenes preocupadas por mantener un peso “ideal”. Los riesgos asociados a esta conducta resultan tan elevados que obligan a una especial atención preventiva en esta materia.

    A largo plazo el consumo de anfetaminas da lugar a depresiones severas, alta tolerancia y una fuerte dependencia psicológica

  • Drogas de síntesis: entre las más conocidas están el “speed”, la píldora del amor o el éxtasis. La comercialización clandestina agrava su problemática ya que con frecuencia lleva LSD, anfetaminas y adulterantes. Los efectos inmediatos de estas drogas se centran en la sensación de conseguir un estado de euforia y bienestar que se acompaña de un aumento engañoso de energía, desinhibición, locuacidad y disminución de la fatiga. Pero la ingesta puede provocar alucinaciones y alteraciones en la percepción de la coordinación psicomotriz.

    También se producen, en ocasiones, arritmias cardíacas. Por otra parte, el consumo excesivo ya ha provocado algunos casos de muerte. La presencia de adulterantes implica además, un riesgo añadido al desconocerse las con- secuencias que pueden generar.

  1ª edición: 2009 – Financiada por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas y Obra Social Caja Madrid