Un trauma ocasiona un impacto emocional tan desbordante que resulta difícil de procesar tanto a nivel emocional como racional. Si no se procesa correctamente, el acontecimiento traumático se vive como si nunca hubiera terminado. Siguen presentes el miedo, la angustia y la rabia que se vivió en el pasado.
Muchas veces se desconoce el porqué de este torbellino emocional, al no encontrar relación entre los acontecimientos dolorosos del pasado con el malestar actual, pues el acontecimiento ha quedado “enterrado” en lo más profundo. La persona que ha sufrido un trauma no recuerda la historia con una narración con inicio, desarrollo y final, solo recuerda trozos aislados de la experiencia vivida (olores, sensaciones, sonidos…)
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