¿Aplazando la llegada del primer hijo? Percepciones y valoraciones en torno al retraso de la fecundidad

Por: Viviana González Hincapié
8 de Febrero de 2021

Esta entrada contiene un resumen de los resultados principales del artículo titulado: “¿Aplazando la llegada del primer hijo?, Un estudio cualitativo sobre las percepciones en torno al retraso de la fecundidad.”, realizado por Viviana González Hincapié y Mª Teresa López-López, miembros del Grupo de investigación “Políticas de Familia” de la U. Complutense de Madrid, que acaba de ser publicado en la Revista Papers – Revista de Sociología.

En esta ocasión, nos centramos en el posible aplazamiento de la tenencia de hijos por parte de las familias, tal como se advierte en Aassve et al. (2020), y nos acercamos a la realidad española a través de una síntesis de los resultados de González-Hincapié y López-López (2021) que combinan entrevistas en profundidad y un modelo teórico a nivel micro sobre la formación de las intenciones reproductivas, para analizar cuáles son las percepciones y valoraciones más relevantes que estarían influyendo en el retraso de la tenencia del primer hijo entre las personas de 25 a 45 años residentes en la Comunidad de Madrid.

Sabemos que España presenta niveles de fecundidad especialmente bajos, situándose entre lo que los demógrafos han llamado países de “de fecundidad más baja entre las bajas” (Billari y Kohler, 2004). De acuerdo con los últimos datos comparados publicados por Eurostat (ver Figura 1), España presenta uno de los niveles de fecundidad más bajos de la Unión Europea: 1,26 hijos por mujer, siendo superado en 2018 sólo por Malta.

La tendencia de caída de la fecundidad que se viene presentando en España durante las últimas décadas alcanza su nivel más bajo a mediados de los años noventa. Aunque hasta 2010 se registra una ligera recuperación, el número de hijos por mujer -medido por el Indicador Coyuntural de Fecundidad- se ha mantenido estable desde entonces, en torno a 1,3-1,2 (ver Figura 2).

Uno de los rasgos principales de los países avanzados con baja fecundidad es el retraso creciente en la llegada de los hijos (Balbo et al., 2013): si en 1975 las mujeres en España tenían su primer hijo ‒en términos de media‒ a los 25,25 años, en 2019 esto sucedía alrededor de los 31 años (ver Figura 3 ).

Es así como junto a Italia e Irlanda, España presenta uno de los niveles más elevados de edad de las mujeres al nacimiento del primer hijo en el marco de toda la Unión Europea (ver Figura 4 ).

En el contexto español, el aplazamiento de la primera fecundidad habría empezado entre los hombres y mujeres con mayor nivel educativo (Vidal-Coso y Miret-Gamundi, 2017) y mayor potencial de ingresos, si bien el retraso se habría generalizado posteriormente para todos los estratos sociales (Castro Martín et al., 2018).

«Las investigaciones sobre el tema prestan especial atención a tres tipos de factores (vinculados entre sí): aquellos relativos a la toma de decisiones reproductivas a nivel individual o de pareja, aquellos relacionados con la influencia del entorno social próximo y aquellos que tienen que ver con los aspectos institucionales o culturales.»

Pero las causas del aplazamiento en la tenencia de los hijos son complejas y multifactoriales. Las investigaciones sobre el tema prestan especial atención a tres tipos de factores: aquellos relativos a las circunstancias que afectan la toma de decisiones reproductivas a nivel individual o de pareja (nivel micro); aquellos relacionados con la influencia del entorno social próximo (nivel meso); y aquellos que tienen que ver con los aspectos institucionales o culturales (nivel macro) (Balbo et al., 2013). Lo cierto es que estos factores no se pueden desvincular entre sí, menos aún en un asunto tan relevante para la vida de las personas como es el hecho de tener un hijo: pues si bien se trata de una decisión estrictamente personal y familiar, lo cierto es que el contexto social, económico y cultural en el que se encuentran inmersas las personas también influye sobre las preferencias y sobre las oportunidades de llevar a cabo el proyecto de tener un hijo en un momento determinado.

Esto se ve refrendado en el caso español, como se extrae de la última Encuesta de Fecundidad publicada por el INE, con datos para el año 2018. En concreto, se pregunta a aquellas mujeres de 15 a 49 años que no tenían la intención de tener hijos en los próximo tres años cuál es el motivo más importante para tomar esa decisión (ver Figura 5). En primer lugar, podemos distinguir aquellos motivos que parecen serán definitivos (que representan un 30%, aproximadamente) de aquellos motivos que son reversibles en el tiempo (las restantes). Entre los permanentes, destaca la prevalencia de aquellas mujeres que declaran tener ya el número de hijos (23,16%), un colectivo donde las mujeres menores de 30 años representan un peso muy reducido. Asimismo, las que declaran que ser demasiado mayor -bien ella misma, bien su pareja- representan un 16,26% y, de nuevo, está conformado por las cohortes más mayores del rango de edad considerado. Sin embargo, resulta de interés que sitúan “ser mayor” por encima de otros motivos como “no quiero ser madre”, indicando que si no hubiesen postergado la tenencia de hijos si se hubiesen animado a tenerlos. Las razones -reversibles- que han propiciado que tras cumplir 40 aún no han tomado de decisión de tener hijos las podemos ver en las siguientes posiciones de este ranking y, como puede apreciarse, son los distintos factores descritos en el párrafo anterior. Entre otros, las razones económicas, ser demasiado joven y/o no tener una pareja adecuada para sacar adelante esta decisión.

Centrándonos en el nivel micro de las decisiones reproductivas en torno al aplazamiento, esta entrada presenta una síntesis de los resultados principales de un artículo recientemente publicado, González-Hincapié y López-López, (2021), que indaga cuáles son las percepciones y valoraciones más relevantes que estarían influyendo en el retraso de la tenencia del primer hijo entre las personas de 25 a 45 años residentes en la Comunidad de Madrid.

«González-Hincapié y López-López, (2021) indagan cuáles son las percepciones y valoraciones más relevantes que estarían influyendo en el retraso de la tenencia del primer hijo entre las personas de 25 a 45 años residentes en la Comunidad de Madrid. Lo hacen a través de entrevistas cualitativas en profundidad, y mediante la aplicación del modelo teórico sobre la Teoría del Comportamiento Planificado.»

Basándonos en la Teoría del Comportamiento Planificado (Theory of Planned Behavior – TPB), utilizado para explicar la formación de las intenciones reproductivas a nivel micro (Billari et al., 2009; Dommermuth et al., 2011; Ciritel et al., 2019), se analizan los resultados de 16 entrevistas en profundidad ‒11 entrevistas individuales y 5 a parejas‒ llevadas a cabo en 2017 en la Comunidad de Madrid, en las que participaron un total de 21 personas (13 mujeres y 8 hombres)

¿Qué aporta la Teoría del Comportamiento Planificado en relación con la configuración de las intenciones reproductivas? La TPB señala que la intención de tener un hijo (esto es, la decisión razonada de tener un hijo) (Klobas y Ajzen, 2015), se explicaría a partir de tres antecedentes directos: actitudes, normas y percepción de control sobre circunstancias externas.

Tras una adaptación y simplificación del modelo teórico, a fin de contrastarlo con los datos cualitativos disponibles, hemos planteado una serie de hipótesis, que resumimos en el Cuadro 1.

¿Qué resultados arroja el análisis cualitativo de las entrevistas en profundidad realizadas, a la luz de la literatura existente sobre el tema? A continuación, presentamos un adelanto de algunos de los resultados más relevantes de la investigación realizada.

La mayor percepción de costes en el ámbito laboral que representaría la llegada de un hijo para las mujeres, ¿incide sobre el aplazamiento en la tenencia del primer hijo?

¿Qué dicen los resultados de la investigación?

  • Nuestros resultados aportan evidencia cualitativa de una cierta valoración negativa de las mujeres embarazadas o con niños pequeños a nivel de la contratación y renovación de contratos temporales en ciertos niveles profesionales del sector privado, así como de devaluación de funciones y responsabilidades de las trabajadoras que anuncian su embarazo en el ámbito laboral, o que retornan de una baja por maternidad.
  • Esta percepción de costes de la llegada del primer hijo para la situación laboral de la mujer estaría incidiendo en el aplazamiento de la intención reproductiva. Parece que la decisión de aplazar difiere en función del nivel educativo y de la trayectoria y expectativas de progresión laboral de las mujeres.
  • La penalización que traería consigo la llegada de los hijos sobre el desarrollo profesional de la mujer es mayor hasta no haber alcanzado una situación de estabilidad en el trabajo, lo cual estaría incidiendo en el retraso del calendario reproductivo de las mujeres en España

¿Y la literatura previa sobre el tema?

  • Correll et al. (2007) ya habían encontrado evidencia que apuntaba que las mujeres que son madres son juzgadas como menos competentes y menos comprometidas que las mujeres sin hijos en un proceso de selección de personal, y González et al. (2019) aportan evidencia para el contexto español, según la cual las mujeres con hijos tendrían una menor probabilidad de recibir una llamada para una entrevista de trabajo que hombres de características comparables.
  • Miller (2011) ya había aportado evidencia acerca de los efectos positivos del retraso en la llegada de los hijos respecto a la evolución salarial de aquellas mujeres con estudios superiores, y en ocupaciones profesionales y directivas. Estudios más recientes como el de Doren (2019) para Estados Unidos, aportan evidencia acerca del premium salarial por maternidad que experimentarían aquellas mujeres con nivel educativo alto que retrasan la tenencia del primer hijo más allá de los 30 años.

Algunos extractos de las entrevistas en profundidad

  • A la vuelta de la baja estás defenestrada, tengo una amiga que ha vuelto y el jefe le ha dicho que se busque algo. Gente de estudios superiores. Tengo otra amiga que trabaja de informática y le pasa lo mismo, se quedó embarazada, tuvo que hacer cambio de proyecto y la tuvieron en el limbo. (Almudena [EP1])
  • He visto casos de gente que cuando ha vuelto a su puesto de trabajo lo conservaba, pero tenía menos responsabilidades, como si lo hubieran devaluado. (Alberto [EP5])
  • A una amiga nuestra la han despedido por estar embarazada, o sea, en cuanto volvió de la baja la despidieron y legalmente no podían. (Isabel [EP15])
  • Ahora esperas a más tarde a tener hijos, igual ya has hecho carrera en tu trabajo y no te has interrumpido por las bajas, porque quieras que no, te desplazan. (Almudena [EP1])
  • El trabajo no facilita, la gente con el rollo de ‘este no es el momento’ lo va retrasando, y en mi caso no era el momento y suena atípico, pero uno tira para adelante como puede. (Julia [EP7])

Y los efectos negativos que previsiblemente traería consigo la llegada del primer hijo en términos de libertad de movimiento y ocio, ¿inciden sobre la intención de aplazamiento?

¿Qué dicen los resultados de la investigación?

  • Las entrevistas en profundidad aportan evidencia sustentando esta hipótesis: el no querer renunciar a su independencia y a estilos de ocio asociados a una elevada facilidad de movimiento, constituye uno de los factores centrales que emergen en el discurso de hombres y mujeres entre 25 y 40 años, a la hora de explicar el retraso en la tenencia del primer hijo.
  • Algunos de los entrevistados reconocen que actualmente los jóvenes están acostumbrados a un estilo de vida con una amplísima libertad de movimiento, a la que no se está dispuesto a renunciar para tener un hijo.
  • El ocio y el tiempo libre emerge como uno de los elementos más valorados en el discurso de los entrevistados más jóvenes que aún no tienen hijos. Frente a esto, los hijos son vistos como una carga, sólo asumible una vez que se haya disfrutado de las múltiples opciones de ocio y de libertad de movimiento disponibles.
  • La decisión de tener el primer hijo se asocia a un cambio de etapa en el ciclo vital, marcando el fin de la juventud y el paso a la edad adulta.

¿Y la literatura previa sobre el tema?

  • La literatura previa ya había señalado la necesidad de incluir la extensión de la juventud entre los determinantes micro de la fecundidad, destacando que uno de los elementos asociados a dicha extensión es el de un empleo del tiempo que favorece la socialización y las prácticas de ocio juvenil, lo cual contribuiría a disminuir el lugar disponible para el niño (Gauthier y Charbonneau, 2002). Billari (2004) había apuntado que el retraso en la transición a la edad adulta en los países del sur de Europa, como España, implicaba un retraso en la edad de salida del hogar de origen, en la formación de pareja y en la tenencia de los hijos propios.

Algunos extractos de las entrevistas en profundidad

  • No puedes irte de viaje con un recién nacido, no puedes irte de fiesta con un niño, no puedes ir con un niño de 3 años al cine. (Pablo [EP8])
  • Yo creo que también ha influido el acceso al ocio. Antes viajar no era tan fácil, no había tantos medios o no estaba tan al alcance de todos, ahora moverte de aquí a la India pues es bastante fácil, hay muchos viajes, muchos vuelos, muchas opciones culturales, de moverte, de actividades de todo tipo, con lo cual yo creo que también es eso, te llama y quieres aprovecharlo (Ella). – […] No solo el hecho de viajar, sino también la experiencia de poder salir y no estar atado a nada […] Ir con familia… es mucho más complicado (Él). (Sandra y Pedro [EP3])
  • Porque ahora la motivación principal en la vida no es tener hijos… no son tener una familia y tener hijos …. es divertirte, conocer, hacer cosas nuevas, tu ocio, creo que se pone en primer lugar. Y luego ya cuando ya te haces mayor, te dices: o los tengo o no voy a poder tenerlos y entonces ya… (Isabel [EP15])
  • Cuando ya quieres asentarte y sentar la cabeza y tener otros planes, es cuando piensas que sería importante tener hijos. (Sandra [EP3])

¿Incide la presión social normativa sobre las intenciones de aplazamiento en la tenencia del primer hijo?

¿Qué dicen los resultados de la investigación?

  • Se observa una flexibilización creciente de la presión social normativa procedente de la familia de origen ‒fundamentalmente los padres‒ y de los entornos más cercanos, en torno a las decisiones reproductivas. En todo caso, una de las pocas presiones sociales percibidas que se recoge en las entrevistas, tiene que ver más bien con una presión al aplazamiento: parece que, por un lado, la edad mínima para la tenencia de los hijos se habría retrasado a nivel de lo que la sociedad considera deseable y aceptable. El hecho de tener los hijos demasiado jóvenes no gozaría de una valoración social positiva.
  • En cuanto al tempo para la tenencia de los hijos, las normas sociales parecen haberse diluido en comparación al pasado: la autonomía individual constituye el elemento central.

¿Y la literatura previa sobre el tema?

  • Nuestro trabajo arroja resultados distintos a los de estudios anteriores que habían utilizado el TPB como modelo en otros contextos (Billari et al., 2009; Dommermuth et al., 2011; Klobas y Ajzen, 2015; Ciritel et al., 2019). En línea con las aportaciones de Liefbroer y Billari (2010), parece que persisten ciertas normas sociales percibidas referentes a la edad mínima y máxima para la tenencia de los hijos.
  • Para el caso español, las tesis referentes a la Segunda Transición Demográfica tendrían mucho que ver con los cambios en los comportamientos reproductivos, sobre todo con el aplazamiento en la tenencia de los hijos.

Algunos extractos de las entrevistas en profundidad

Se percibe que las presiones normativas en este ámbito se habrían relajado, en comparación al pasado:

  • Puedes decidir tener o no tener hijos, por suerte es una decisión y no es algo que viene obligatorio […]. Antes estaba mal visto que una mujer, que un matrimonio no tuviera hijos. Era algo raro. Ahora cada vez está más asumido en esta sociedad. (María [EP2])
  • También tienen menos peso los padres de origen, antes eran los que más solían… pues esa idea de la continuidad familiar y tal. También ellos entienden que hay otras maneras de verlo… (Alba [EP12])

Se percibe una valoración social negativa del hecho de tener los hijos siendo muy joven (de acuerdo a los patrones sociales actuales). Así lo relata Almudena, que tuvo a su primer hijo con 26 años de edad —5 años por debajo de lo que actualmente es la edad media a la maternidad al primer hijo, 31,09 años, de acuerdo a los últimos Indicadores Demográficos Básicos publicados por el INE para 2019‒.

  • A mí me veían muy pequeña, muy jovencita y por eso me miraban raro. (Almudena [EP1])

¿Incide la percepción de inestabilidad e incertidumbre laboral y económica sobre la intención de aplazar la llegada del primer hijo?

¿Qué dicen los resultados de la investigación?

  • El análisis de contenido de las entrevistas en profundidad indica que la estabilidad laboral y económica se percibe como una condición esencial para dar el paso a la tenencia del primer hijo en el contexto español.
  • Las dificultades para encontrar una estabilidad laboral (y por tanto económica) que afrontan jóvenes como María (EP2) ‒con elevado nivel educativo, pero una trayectoria precaria de inserción profesional y con pocas perspectivas de mejora en el corto plazo‒, constituyen un factor relevante que incide en el retraso de la tenencia de los hijos, especialmente en países del sur de Europa, como España, con elevadas tasas de paro juvenil.
  • Nuestro estudio hace una aportación específica a este respecto, al apuntar que la estabilidad económica percibida no sólo depende de factores objetivos ‒como tener un trabajo estable‒, sino también de factores subjetivos, como la existencia de un umbral elevado del nivel de bienestar material que supuestamente habría que poder ofrecer a los hijos.

¿Y la literatura previa sobre el tema?

  • Se dispone de evidencia acerca del efecto del desempleo e inestabilidad de las condiciones económicas en el aplazamiento de la tenencia de los hijos (Adsera, 2011; Kreyenfeld et al., 2012), y de la existencia de una relación negativa entre la incertidumbre económica y la intención de tener el primer hijo, especialmente para los hombres (Fahlén y Oláh, 2018).
  • Para España, La Rica y Iza (2005) habían encontrado que aquellas mujeres sin hijos y con contratos temporales, aplazaban la entrada en la maternidad a la espera de obtener contratos fijos. Matysiak et al. (2020) encuentran una asociación entre el deterioro de las condiciones económicas durante la Gran Recesión ‒y la percepción de una mayor incertidumbre‒, y el declive de la fecundidad, especialmente en el sur de Europa.

Algunos extractos de las entrevistas en profundidad

  • Más que junior o senior en una empresa en el ámbito profesional, creo que aquello que te de estabilidad, o sea, personalmente, yo nunca me plantearía, yo, tener hijos hasta que no tenga cierta estabilidad profesional, y sepa que no les va a faltar qué comer… (María [EP2])
  • Es cierto que con mi condición de becaria eterna no puedo plantearme nada más allá, casi que de vivir el día a día. Y, yo dentro de un mes, no sé si me renuevan o no contrato. No sé cuáles son mis circunstancias y mis planes a corto plazo, no voy a entrar nunca a tener hijos. (María [EP2])
  • Pienso que en cuanto decides tener un hijo se supone que tienes ya un trabajo estable […], que cuando ya tienes una estabilidad económica es cuando decides tener un hijo. […] incluso has podido hablarlo en la empresa…(Maria José [EP11])
  • Yo cuando era joven decía mis hijos los quiero tener antes de los 30, lo tenía todo muy enfocado yo mis niños antes de los 30, quiero tener 3 […], pero según se van dando las circunstancias te das cuenta de que todo lo que planeas no sale; y mi ideal de tenerlos antes de los 30 para ser una madre joven pues me di cuenta de que los sueldos, que no tenía pareja, etc., pues he tenido que posponer y me alegro porque antes tampoco ganaba lo que gano ahora ni tenía esta situación de estabilidad. Hoy en día te lo marca un poco tu situación económica y personal pero cada vez se está siendo mamá más tarde… (Cristina [EP4])

En general, los entrevistados reconocen que quieren poder ofrecer a sus hijos toda una serie de comodidades y beneficios materiales, como condición previa a la decisión de tener el primer hijo. Algunos reconocen que puede tratarse de necesidades creadas, en cierto modo excesivas:

  • El nivel económico […], cuando hablamos de económico, porque nosotros también queremos una vida para nuestros hijos (Él) -Sí, porque nos creamos necesidades que a lo mejor antaño no existían. Ahora hace falta tener 20 pares de zapatillas, no sé qué, la play, la tal… (Ella) (Martín y Cristina [EP4])
  • […] te metes en una calidad de vida que es difícil salir. Para mí es muy importante tener los ingresos que tengo porque si no, no podría ni darle la vida que yo quiero a mis hijos, ni yo llevar la calidad de vida que quiero. (David [EP10])

¿Incide una alta valoración de la autonomía individual sobre una mayor percepción de costes de la tenencia del primer hijo?

¿Qué dicen los resultados de la investigación?

  • La alta valoración de la autonomía individual parece estar incidiendo en una elevada percepción de costes de la tenencia del primer hijo en términos de pérdida de libertad de movimiento y de opciones de ocio. Dicha valoración se ve reflejada en la preferencia por estilos de vida sin compromisos vinculantes, definitivos, entre los que se cuenta la llegada de un hijo.

¿Y la literatura previa sobre el tema?

  • La evidencia aportada a este respecto para el caso español se encontraría en la estela de la literatura sobre la Segunda Transición Demográfica (Lesthaeghe, 1983; Surkyn y Lesthaeghe, 2004) en la que se otorga un papel preponderante al auge de la autonomía individual y de valores postmaterialistas, como la autorrealización personal, a la hora de explicar el cambio en los patrones de formación de las familias y de los comportamientos reproductivos, entre los que se encuentra el retraso en la tenencia de los hijos.
  • La incompatibilidad percibida entre la tenencia de hijos y la tan valorada libertad de movimiento implica que los hijos se ven como una “atadura” que limita, o incluso imposibilita el poder seguir con un estilo de vida muy autónomo, en el que no se tiene que asumir la responsabilidad de otra persona: el primer hijo se posterga a un momento vital en el que ya se hayan agotado las posibilidades que ofrece esa libertad, y los patrones de ocio a ella asociados.

Algunos extractos de las entrevistas en profundidad

  • Pienso que con hijos me cambiaría mucho la vida y a ella también y quizás soy demasiado egoísta y prefiero mi dinero y el de mi pareja utilizarlo para viajar y no estar atado. Yo sí que veo que es una atadura lo de los hijos ahora mismo, tiene que ser bonito pero me privaría de hacer mil cosas y creo que todavía soy joven para seguir haciendo cosas que no he hecho, sitios a los que quiero ir, planes que seguramente teniendo un hijo […] estaría bastante limitado y estresado. (Alberto [EP5]).
  • Claro que influye el miedo a la responsabilidad de tener hijos, es que no puedes devolver al niño, te tienes que quedar con él toda la vida. (Isabel [EP15])
  • Una amiga me dice que no quiere hijos, que no quiere estar atada a algo […], ella quiere viajar cuando quiera viajar, a ella le gusta salir y tener vida social y sabe que el hecho de tener un niño va a ser una limitación […] Para mi amiga no es un problema económico, ella prefiere su libertad y poder hacer lo que le da la gana y no atarse. (Cristina [EP4])

A modo de conclusiones, podríamos resumir todo lo expuesto tal como sigue. Las decisiones reproductivas de las personas y de las familias son decisiones complejas y multifactoriales: en ellas intervienen una amplia variedad de factores, tanto estructurales ‒económicos, laborales y de formación de pareja‒ como subjetivos, asociados a la prioridad otorgada a determinados valores y estilos de vida. Continuar avanzando en el estudio de los procesos micro de toma de decisión de las familias en torno a la tenencia de lo hijos, resulta del todo relevante en un contexto demográfico como el que se ha venido configurando en España, de fecundidad muy baja y de transición tardía a la maternidad y a la paternidad. Pues no entender la lógica interna y las múltiples barreras y condicionantes que pueden estar obstaculizando este proceso, puede llevar a políticas públicas erróneas, incapaces de facilitar una toma de decisiones más libre y plena por parte de las personas, en un ámbito tan importante de la vida, como es el hecho de tener un hijo.

«No entender la lógica interna y las múltiples barreras y condicionantes que pueden estar obstaculizando este proceso, puede llevar a políticas públicas erróneas, incapaces de facilitar una toma de decisiones más libre y plena por parte de las personas, en un ámbito tan importante de la vida, como es el hecho de tener un hijo.»

Lo cierto es que la percepción generalizada de los costes elevados que estaría afrontando la mujer por la tenencia de los hijos en el ámbito laboral remunerado, hace que nos preguntemos por la sostenibilidad social de culturas laborales en las que no se apoya ni se promueve la conciliación real entre vida laboral y vida familiar. En línea con McDonald (2013), la baja fertilidad persistente sería una característica de sociedades donde las mujeres tendrían que hacer elecciones fuertes entre empleo y familia. La sociedad española parece ser una de ellas: la reciente Encuesta de Fecundidad del INE señala que el 30% de las mujeres que retrasaron su maternidad lo hicieron por razones laborales, de conciliación de la vida familiar y laboral, y razones económicas.

Las lógicas social y económica abogarían por tener los hijos más tarde, chocando con la lógica biológica y de salud (Beaujouan y Sobotka, 2017). Pero más allá de esto, nuestro estudio apunta que la lógica de los valores también estaría desempeñando un papel fundamental en este proceso de retraso en la tenencia del primer hijo: esta lógica apunta a una comprensión de la libertad en términos de autonomía absoluta y de autorrealización individual, y estaría postergando la asunción de compromisos vinculantes y de opciones de vida definitivas, como lo es la llegada del primer hijo y la formación de una familia.

Para ver los resultados completos de la investigación, y profundizar en aspectos metodológicos y de marco teórico, acceda al artículo disponible en: http://dx.doi.org/10.5565/rev/papers.2735

Tablas y figuras

Figura 1:Figura 1: Indicador coyuntural de fecundad: España en Unión Europea, 2018
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Eurostat Database.

 

Figura 2: Evolución del indicador coyuntural de fecundidad en España, 1975-2019
Fuente: INE, Indicadores Demográficos Básicos.
Figura 3: Evolución de la edad media a la maternidad del primer hijo. España, 1975-2019. Unidad: Años
Fuente:INE, Indicadores Demográficos Básicos

 

Figura 4: Edad media al nacimiento del primer hijo: España en la Unión europea, 2018
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Eurostat Database.

 

Figura 5: Mujeres (15 a 49 años) que no tienen intención de tener hijos en los próximos 3 años según el motivo más importante de esta decisión
Fuente: elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta de Fecundidad, 2018, del INE

 

Cuadro 1: Modelo adaptado y simplificado del TPB: Hipótesis referentes a los antecedentes directos y a algunos factores subjetivos de contexto que incidirían sobre la intención de aplazar la tenencia del primer hijo
Fuente: Tomado de González Hincapié y López López., 2021. Figura 2.

Referencias

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