Drogas legales: alcohol y tabaco
Muchos/as jóvenes comparten la creencia de que el alcohol ayuda a desinhibirse y, por tanto, a relacionarse socialmente, debido al estado de euforia que produce su ingesta. Esta imagen social “positiva” los aleja de una valoración racional y profunda de las consecuencias perjudiciales que el alcohol conlleva como posible puerta a la adicción a otras drogas como el cannabis, la cocaína o las drogas sintéticas. A esto se añade el hecho de que el consumo de alcohol en la adolescencia aumenta las posibilidades de desarrollar en la edad adulta un consumo abusivo o una dependencia de bebidas alcohólicas. La ingesta de alcohol, en función de su cantidad, provoca efectos no deseados a corto plazo que se pueden articular en dificultades para: hablar, asociar ideas y coordinar movimientos, embriaguez con pérdida del control de las facultades superiores, descoordinación del habla y de la marcha y visión doble, estado de apatía y somnolencia, coma etílico e incluso la muerte.
Además, el consumo excesivo de alcohol resulta determinante a la hora de generar incidentes: actitudes más agresivas y conductas violentas, circunstancias sociales adversas, relaciones sexuales no deseadas. El consumo de alcohol continuado y excesivo implica importantes riesgos cognitivos y psicológicos, e igualmente está relacionado con diversos problemas de salud como gastritis, úlcera gastro- duodenal, cirrosis hepática, hipertensión arterial, anemia, dificultades cardiovasculares, incidentes neurológicos, musculares, cáncer, etc.
Los efectos de la bebida dependen de varios factores:
- la edad (ingerir alcohol mientras el organismo todavía se encuentra madurando es especialmente nocivo);
- el peso (afecta de modo más severo a las personas con menor peso corporal);
- el sexo (por factores fisiológicos, la tolerancia femenina es, en general, menor que la masculina);
- la cantidad y rapidez de la ingesta (a más alcohol en menos tiempo, mayor intoxicación);
- la toma simultánea de comida (el estómago lleno, sobre todo de alimentos grasos) dificulta la embriaguez;
- la combinación con bebidas carbónicas que aceleran la alteración del organismo. Algunos/as jóvenes beben alcohol compulsivamente, ingiriendo grandes cantidades en poco tiempo, y mezclan varias bebidas de alta graduación al iniciar su noche de “marcha”. Este rito aumenta los riesgos de perder el control y alcanzar en poco tiempo niveles de embriaguez muy peligrosos.
El 74% de los jóvenes entre 14 y 18 años ha bebido alguna vez en su vida, y el 1,6% lo ha hecho diariamente el último mes
En España, según datos de la Encuesta sobre uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España ESTUDES 2021 en jóvenes de 14 a 18 años, los/as adolescentes empiezan a consumir alcohol a los 14 años de promedio. El 74% de los jóvenes entre 14 y 18 años ha bebido alguna vez en su vida y el 1,6% lo ha hecho diariamente el último mes. Durante los últimos 30 días, el 23% se ha emborrachado y el 28% ha bebido cinco o más copas, vasos o cañas de alcohol en un tiempo aproximado de 2 horas (“binge drinking” o consumo en atracón). En el caso del tabaco, sabemos también que la mayoría de las personas que consumen cigarrillos comenzaron a hacerlo en la adolescencia, y quienes inician el consumo a edad temprana son más propensos a desarrollar dependencia de la nicotina y a tener problemas para dejarla. Además de la nicotina, cabe destacar una gran variedad de sustancias que se han identificado como nocivas en el tabaco, entre las que se encuentran las siguientes:
- Nicotina: estimulante del sistema nervioso central responsable de los efectos psicoactivos y de la intensa dependencia que este producto provoca.
- Alquitranes: se desprenden principalmente al quemarse el papel del cigarrillo y, en menor medida, directamente del tabaco. Se encuentran implicados en el origen de algunos cánceres.
- Irritantes: tóxicos responsables de alteraciones como faringitis o tos.
- Monóxido de carbono: es un gas que se produce en la combustión del tabaco y del papel del cigarrillo. Produce pobreza de oxígeno, una de las razones causantes de patologías cardiovasculares y respiratorias.
Según los últimos datos publicados por el Ministerio de Sanidad, casi un tercio de las chicas y los chicos de entre 14 y 18 años son fumadores en España. Uno de cada cinco de los/as adolescentes en esa franja de edad fuma a diario, siendo además la edad de inicio del consumo del tabaco en España una de las más bajas de Europa, lo que ocurre sin duda en un momento de inmadurez tanto física como psicológica del menor.
Al igual que ocurre en el caso del alcohol, el efecto del consumo de tabaco en un organismo en desarrollo tiene un potencial negativo incrementado. El cerebro de un/a adolescente aún está en desarrollo, y la nicotina tiene efectos en el sistema de recompensa del cerebro y las áreas del cerebro que participan en las funciones emocionales y cognitivas. Así, los cambios relacionados con la nicotina en esas áreas del cerebro durante la adolescencia pueden perpetuar el consumo continuo de tabaco hasta la edad adulta, así como contribuir al consumo de otras sustancias, lo que se denomina “efecto gateway” o de puerta de entrada. Efectivamente, el consumo de tabaco y de alcohol puede ser la puerta de entrada por la que se llega a probar otro tipo de sustancias. Por ello, es fundamental que los y las jóvenes reflexionen sobre la necesidad de tener criterios claros frente a dichos consumos, pues si bien en la actualidad son ampliamente conocidos los perjuicios para la salud derivados del consumo del alcohol, tabaco y otras drogas, estas sustancias siguen estando muy presentes en nuestro contexto. Es especialmente relevante prevenir el consumo en la etapa adolescente, edad en el que los potenciales clientes poseen menores mecanismos para la resistencia. Así, los y las jóvenes constituyen un público muy codiciado para el mercado en general. Suelen ser grandes consumidores, sensibles a la moda y, si se logra fidelizarlos, es probable que sean clientes por muchos años.
El consumo de tabaco y alcohol puede ser la puerta de entrada por la que se llega a probar otro tipo de sustancias
1ª edición: 2009 – Financiada por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas y Obra Social Caja Madrid