CREENCIAS NUCLEARES: ¿QUÉ CREO DE MI?
¿Alguna vez te has sorprendido diciéndote a ti mismo: “no soy lo suficientemente bueno” o “hay algo malo en mi” o “no me merezco ser feliz”? Seguramente has luchado contra ello, pero no ha tenido mucho efecto o por lo menos no un efecto duradero. Quizás lo primero sea saber que no todos los pensamientos contienen la misma información, unos contienen información más relevante que otros. Por ejemplo, no es lo mismo pensar “¡qué bonito es este paisaje!” que pensar “soy una persona valiosa” Está claro que en el segundo nos jugamos más: reconocer que un paisaje es hermoso desde luego es algo estupendo, pero saberme valioso es una garantía de vida.
Estos pensamientos con información más relevante, en psicología, se conocen como creencias nucleares. Estas creencias nucleares son ideas profundas y arraigadas que me aportan información sobre mí mismo, sobre los demás y sobre el mundo. Son importantes porque sobre esta información voy a construir mi manera de ser, mi personalidad. Son algo así como las raíces de un árbol. Dependiendo de cómo sean estas creencias (saludables o no saludables) desarrollaré una manera determinada de sentir y de actuar (más o menos adaptativas) ante las distintas circunstancias de la vida.
Ahora bien, nos podemos preguntar: ¿de qué depende que estas creencias nucleares sean de un tipo o de otro? Podríamos responder que vienen de las experiencias que hayamos tenido a lo largo de nuestro desarrollo y sobre todo de las más tempranas. Pero el haber vivido experiencias difíciles en la infancia no produce por sí mismas una serie de creencias no saludables. Hay mucha gente cuya historia de infancia es difícil y tienen una visión de sí mismas y de los demás muy positiva.
Entonces, ¿qué es lo que marca la diferencia? El tipo de respuesta que hayamos recibido de nuestras figuras de referencia (padre y madre) ante estas experiencias difíciles. No es lo mismo encontrar consuelo, cariño, cercanía, validación emocional que miradas de desaprobación, regaños, rabia o angustia excesiva en el otro o lo que es peor recibir total indiferencia.
De la primera respuesta recibo el mensaje de que lo que me ocurre y lo que siento con respecto a lo que he vivido es importante y digno de ser tenido en cuenta. Si esto es así, quiere decir que soy una persona valiosa. Es como si pensásemos “Solo se cuida lo valioso. Si cuidan de mi eso quiere decir que yo lo soy”. Esto nos hace sentir seguros, protegidos y confiados en nosotros mismos y en los demás. Así habremos elaborado unas creencias saludables, coherentes con lo que realmente soy.
De la segunda, recibo el mensaje de que lo que he vivido y más aun lo que siento es algo reprobable, enjuiciable, malo o no digno que ser tenido en cuenta. Pensamos que “Solo lo que no es valioso se descuida. Si no cuidan de mi eso es porque no soy valioso”. Esto nos hace sentir desprotegidos, inseguros y desconfiados de nosotros mismos y de los demás.
Por naturaleza somos seres que buscan comprender todo lo que sucede, por lo que el niño también intentará encontrar alguna explicación acerca de las respuestas de sus padres. ¿A qué me refiero con esto? A que si alguien (normalmente papá o mamá) me hace daño al no sintonizar emocionalmente conmigo en las situaciones en que me siento vulnerable, yo que soy aun pequeño y todavía no sé asumir que papá y mamá no son perfectos y que, por tanto, pueden cometer errores y decepcionarme, y con ello dañarme, voy a atribuirme todo lo sucedido. Un niño no tiene aún la capacidad para mirar más allá de sí mismo. Así todo queda explicado (erróneamente explicado) a través de él: “Yo soy el que siente cosas que no debe, el que tiene la culpa, el que es malo, el que no es lo suficiente, el que no es capaz…y por eso papá y mamá me tratan así”. El niño mantiene así la imagen perfecta que tiene de sus padres, los salva, pero a costa de un “precio” elevado: su propia valía como persona. De esta manera habrá elaborado creencias no saludables, erróneas y alejadas de su verdadero yo.
Desde luego que tener una voz en mi interior que constantemente me recuerda que no soy lo suficiente, que soy malo, que no soy capaz…es algo que duele y mucho, pero siempre es mejor (aunque parezca difícil de creer) que admitir que algo que han hecho o dejado de hacer mis figuras de referencia ha podido causarme dolor (tristeza, miedo, desprotección…).
Es importante saber que, aunque estas creencias están muy arraigadas y son difíciles de modificar, al ser aprendidas, también se pueden desaprender y cambiar por otras más saludables y acordes con quien eres. El primer paso es identificar cuáles son estas creencias no saludables y dónde empezaron a arraigarse.
Abajo te dejo una lista con las creencias saludables y no saludables para que puedas pararte un momento, observar cuáles te resuenan por dentro y empezar el camino (tomado del libro “Las cicatrices no duelen” de Anabel González).
¿CÓMO ME VALORO COMO PERSONA?
Creencias no saludables | Creencias saludables |
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¿ME SIENTO SEGURO?
Creencias no saludables | Creencias saludables |
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¿CÓMO VEO EL MUNDO?
Creencias no saludables | Creencias saludables |
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