Mayo 2025

Sábado después de comer: 17 chicos y chicas de las residencias infantiles Villapaz y Vallehermoso, se estaban preparando para salir acompañados de 3 voluntarios… a ver el gran musical «Los chicos del coro» y después a cenar.

Todos salieron con mucha ilusión y ganas de ver la actuación, pero por distintas circunstancias fueron un poco justos de tiempo. En el metro, camino del teatro, se les veía la cara de preocupación: «no vamos a llegar a tiempo», decían unos, «en el teatro cuando ha empezado la función no te dejan entrar» decían otros… había tensión en sus gestos, y los voluntarios trataban de animarles diciéndoles que había que ser positivos…

Salieron del metro corriendo por los pasillos y llegaron al teatro. Pero ya habían pasado 5 minutos de la hora, y se encontraron con las puertas de cristal cerradas. Apareció un portero que les dijo que la función  ya había empezado y que no podían pasar. Les dijeron que habían tenido algún problemilla con el transporte, que no habían podido llegar antes, pero que los chicos tenían mucha ilusión por ver la obra. El portero, que parecía un hombre comprensivo, miró al grupo: tenía fijos en él 17 pares de ojos, 17 niños callados que en sus caritas pedían «por favor déjanos entrar», con esas miradas que quiebran cualquier voluntad… El señor, contraviniendo las normas, habló por línea interna mediante un pinganillo para que bajara otro empleado, que finalmente les dio paso a la sala y en fila india en el más absoluto silencio (otra proeza de la tarde).

Les acomodaron en sus asientos y pudieron disfrutar del espectáculo. Al acabar la obra, rompieron en aplausos… les había encantado. A la salida buscaron a los porteros para agradecer el muy buen detalle que tuvieron con ellos.
Ya sólo quedaba rematar la tarde con una cena. En el camino a la pizzería volvieron las risas, las bromas y los juegos, les había cambiado la cara.

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