Observatorio de familia.

Indicadores socioeconómicos de los hogares: Equipamiento y uso de TIC en los hogares.

Noviembre 2024

En este volumen VI del Observatorio de 2024 resumimos un aspecto que, progresivamente, se va mostrando como central en nuestro día a día. En concreto, el relativo a las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), analizando el impacto de la distribución de este tipo de equipamiento entre los distintos hogares y el uso que se hace de los más comunes (ordenador, teléfonos móviles y/o tabletas).

Antonio Jesús Sánchez Fuentes

Antonio Jesús Sánchez-Fuentes, Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI-UCM)

Codirector del Grupo UCM de investigación “Políticas Públicas: Análisis Económico Aplicado”

  • Equipamientos casi universales en los últimos datos (2024) como el acceso a internet con banda ancha (97% en 2024) registraban en 2006 porcentajes significativamente más bajos (28,1%). En el caso del teléfono móvil, se registra un nivel de penetración cercano al 100% para todas las categorías incluidas en la encuesta de referencia.
  • El 95,8% de la población española se ha conectado a internet en los últimos tres meses, y nueve de cada diez ciudadanos/as lo hacen de forma diaria, indicando lo cotidiano de esta realidad. Sin embargo, sólo el 56,7% declara haber comprado bienes y servicios online.
  • El uso de internet decrece con la edad y aumenta con el nivel educativo, en ciudades más grandes y en hogares de mayor tamaño. También se observa que el sexo, la nacionalidad y si se trabaja por cuenta propia o ajena, no tiene impacto en este sentido.
  • Para los adultos (16 a 74 años), se observa una doble brecha generacional. Una, menor, en cuanto al acceso a internet y otra, mayor, en cuanto a la frecuencia de uso de internet. En concreto, mientras que más del 90% de las personas hasta 54 años acceden a internet casi diariamente, para los que se sitúan de 65 a 74 años este porcentaje disminuye un 20%.
  • La situación laboral también condiciona el uso de internet siendo los/as pensionistas y las personas dedicadas a las labores del hogar las que obtienen registros más bajos. También las personas activas paradas registran cifras de participación más bajas, lo que puede dificultar su reincorporación al mercado de trabajo. Esto indica la importancia de reducir esta brecha digital que parece sufrir estos colectivos, de forma que garanticemos su acceso a los servicios y productos ofrecidos a través de internet.
  • En cuanto al catálogo de servicios usados por cada colectivo según características demográficas, los de “Comunicación” e “Información” son los que presentan registros superiores (con cifras cercanas al 100% y al 80% para los menores de 55 años). Sin embargo, otros usos como la formación y/o la participación social y política registran menores tasas.
  • En cuanto a las distintas vías que los ciudadanos empleamos para contactar con las administraciones públicas, observamos discrepancias significativas conforme se avanza en el rango de edad. Así, si el 80% de los que tienen menos de 54 años manifiesta haber tenido algún tipo de contacto con la administración, sólo el 60% de los mayores de 65 y menores de 74 declaran lo mismo.
  • Los resultados muestran con claridad una fuerte correlación positiva entre la interacción con las administraciones públicas y el nivel de estudio y el nivel de ingresos de las personas. Esto, de nuevo, ilustra sobre el potencial riesgo de exclusión digital que sufre aquellos/as en peor posición relativa en estas dimensiones. Los efectos perniciosos (tanto directos como indirectos) de estas diferencias
    sugieren la urgencia de atender y corregir este fenómeno.
  • En líneas generales, un porcentaje muy bajo de la población española declara tener “mucha” confianza en internet (uno de cada cinco), lo que puede impedir el uso pleno de los servicios y productos ofrecidos allí, así como todas las interacciones con las administraciones públicas que pudieran propiciar mejoras.
  • Respecto a la incidencia del teletrabajo, el patrón general indica que hay un porcentaje significativo de trabajadores que no han teletrabajado aun siendo factible hacerlo (en torno a un 20% para la mayoría de las características), lo que indica que pueden existir barreras a la completa implementación de esta modalidad de trabajo a distancia.
  • Las cifras indican con claridad la relación inversa del salario y el nivel de estudios con la posibilidad de teletrabajar, añadiendo más dificultades a aquellos/as con una peor posición relativa en el mercado de trabajo. Esto se visualiza de forma nítida según la ocupación principal (TIC versus otras), con diferenciales de incidencia de 50 puntos básicos.
  • Para los menores de 10 a 15 años, observamos que el uso de internet (por encima del 90% en todas las categorías incluidas) es casi unánime, de forma mayoritaria a través de ordenadores y/o tabletas.
  • Los teléfonos móviles igualan los registros sólo a partir de 14 años, una vez va ganando peso de forma progresiva su presencia en el rango de 10 a 13 años, donde se pasa de un 22,4% a un 87,6%.
  • Dentro del grupo de mayores de 75 años, la edad se revela con claridad como un factor diferencial claro, con diferenciales de participación negativos para los mayores de 85 años superiores a 20 puntos porcentuales básicos.
  • Dentro del grupo de mayores de 75 años, mientras que el sexo no parece jugar un papel relevante, la nacionalidad sí que influye en la frecuencia de uso de internet, con cifras de quienes tienen nacionalidad extranjera que casi duplican las obtenidas para los/as nacionales.
  • También la estructura familiar (por tamaño y tipología) influye en los registros, obteniéndose cifras más altas para los hogares de mayor tamaño. Esto indica que quizás las TIC no se están aprovechando para combatir la creciente soledad de las personas mayores que tienen muy limitadas su actividad.
  • Finalmente, el uso declarado como más recurrente es el de la “Comunicación” e “Información” y, en tercer lugar, “otras actividades” que engloban al “entretenimiento” y “salud”. Estas cifras, además, son muy sensibles a características como la edad, la nacionalidad (con cifras mejores para los/as extranjeros/as), el nivel de estudios y de ingresos -especialmente en la categoría de aprendizaje- y la estructura familiar.
  • En resumen, se hace necesario garantizar el acceso de todos los colectivos a los servicios digitales en condiciones de igualdad. De otra forma, no será posible reducir las brechas digitales generacionales que el rápido desarrollo de nuevos productos y servicios parece propiciar, de acuerdo con lo aquí expuesto.
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