5 consejos para influir positivamente en los hábitos alimentarios de nuestros hijos e hijas
Es fundamental descubrir el placer que nos puede proporcionar no solamente la comida sino también el hecho de compartirla y de compartir nuestro tiempo en torno a ella con las personas que queremos y, especialmente, con nuestra pareja y nuestros hijos e hijas, fortaleciendo las relaciones familiares mucho más allá de la simple alimentación.
El reunirse en torno a una mesa con comida tiene incluso connotaciones simbólicas fundamentales en nuestras sociedades. En nuestra cultura, prácticamente todas las celebraciones de grandes acontecimientos se viven alrededor de una mesa, como por ejemplo el nacimiento de un bebé, la celebración de un matrimonio o de un cumpleaños, y banquetes en torno a otros momentos memorables en los que participan más familiares o amigos, un hecho que pone de manifiesto que comer juntos significa mucho más que ingerir nutrientes y alimentarnos, y que nos permite cuestiones tan importantes como las siguientes:
- Compartir un espacio y un tiempo de comunicación.
- Configurar lazos efectivos fuertes y sólidos.
- Disfrutar juntos de parte de tiempo libre.
- Transmitir a los hijos e hijas parte de la cultura que gira en torno a la comida.
- Educar a los hijos e hijas enseñándoles pautas de comportamiento en sociedad a través del establecimiento de ciertas normas y límites.
- Facilitar a los padres y madres situaciones adecuadas para mostrar conductas saludables.
- Detectar a tiempo posibles trastornos de la conducta alimentaria que pueden afectar muy negativamente la salud de los hijos e hijas.
Todo esto que acabamos de comentar se puede lograr si, ese tiempo que dedicamos a comer en familia, es un tiempo desarrollado en un ambiente de cordialidad, tranquilo, relajado, sin prisas y sin tensiones.
Es fundamental descubrir el placer que nos puede proporcionar no solamente la comida sino también el hecho de compartirla y de compartir nuestro tiempo en torno a ella con las personas que queremos y, especialmente, con nuestra pareja y nuestros hijos e hijas, fortaleciendo las relaciones familiares mucho más allá de la simple alimentación. Algunas formas en las que padres y madres pueden influir positivamente en los hábitos alimentarios de los hijos/as son las siguientes:
1. Modelo a seguir: los padres y madres son un ejemplo importante para que sus hijos/as adquieran hábitos alimentarios saludables. La cultura familiar influye en la conducta alimentaria de los niños y niñas. Los progenitores pueden animar a sus hijos/as a adoptar objetivos y valores que faciliten la toma apropiada de decisiones en su vida cotidiana a medida que crecen y se vuelven más independientes.
2. Actuar como buen ejemplo: los padres y madres deben demostrar buenos hábitos alimentarios en su propia vida cotidiana. Comer frutas, verduras y alimentos nutritivos frente a sus hijos/as les enseña la importancia de una alimentación equilibrada.
3. Participación activa: involucrar a los niños/as en la preparación de comidas y en la elección de alimentos. Hacer que la alimentación sea una experiencia positiva y educativa.
4. Educación nutricional: los padres y madres pueden enseñar a sus hijos/as sobre la importancia de los diferentes grupos de alimentos y cómo afectan su salud. Conversar sobre nutrientes, vitaminas y minerales ayuda a crear conciencia.
5. Ambiente en casa: mantener una despensa saludable con opciones nutritivas. Limitar el acceso a alimentos procesados y azucarados.
En resumen, los padres y madres pueden ser agentes clave para establecer hábitos alimentarios saludables en sus hijos al proporcionar un entorno favorable, educación y un ejemplo positivo.
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